Análisis de rutina en el embarazo.
Definimos el Control Prenatal como el conjunto de acciones destinadas a lograr un nivel óptimo de salud para la madre y el feto. El objetivo primario de estas acciones es el bienestar completo del binomio madre – hijo por medio de la prevención, intentando no sólo disminuir la mortalidad materna y fetal sino también la satisfacción de las necesidades básicas.
Para el ejercicio del control prenatal, el obstetra se vale de tres elementos básicos: el control clínico, ecográfico y de laboratorio. Estos tres elementos no son excluyentes, sino que por el contrario se complementan de manera tal, que hoy por hoy constituyen la base de un adecuado control del embarazo.
Nos referiremos de ahora en más a los análisis de laboratorio que deben solicitarse a toda mujer embarazada.
En la primera consulta: Grupo sanguíneo y factor Rh.
La situación ideal sería la determinación de la Compatibilidad conguyal, o sea grupo y factor de la madre y padre del niño. La finalidad de esta determinación es conocer el Grupo y factor de la embarazada, ya que si éste es negativo con padre Rh positivo debe prevenirse el desarrollo de una enfermedad hemolítica feto – neonatal. En consultas posteriores es de rigor la prueba de Coombs indirecta.
También durante la primera entrevista se debe solicitar un hemograma completo, que consta del recuento de glóbulos rojos, hematocrito, hemoglobina, recuento de glóbulos blancos y fórmula leucocitaria. Esta práctica de laboratorio debe ordenarse una vez por trimestre o con mayor frecuencia en caso de patología.
A través de esta determinación conocemos si la madre es portadora de alguna infección por aumento de los glóbulos blancos o leucocitosis. Es menester mencionar que una mujer puede cursar su embarazo con una leucocitosis fisiológica de hasta 16.000 glóbulos blancos.
El hemograma, recuento de glóbulos rojos y fundamentalmente la hemoglobina nos informan si la paciente presenta algún grado de anemia.
Se solicitará VDRL durante el primer trimestre y se repetirá en el tercero para saber si la paciente es portadora de lúes o sífilis.
El dosaje de glucosa plasmática (glucemia) nos permite sospechar el diagnóstico de diabetes, que en todo caso será corroborado por otras pruebas de laboratorio.
La determinación de ácido úrico y creatinina se utilizan para evaluar la función renal. Estos metabolitos son marcadores de la filtración glomerular y el flujo plasmático renal.
La función hepática puede ser determinada por medio del hepatograma completo (transaminasas, bilirrubina, fosfatasa alcalina, etc.)
Una vez por trimestre debe solicitarse orina completa con sedimento urinario. Su objetivo fundamental es la detección de una infección urinaria, patología muy común en la mujer embarazada. Ante la sospecha de la misma se impone la realización de urocultivo, con tipificación de germen y antibiograma correspondiente para un adecuado tratamiento antibiótico.
Además de los exámenes de rutina se solicitará reacción de Machado Guerreiro, hemaglutinación o test de látex para Chagas y reacción de Sabin – Feldman, inmunofuorescencia indirecta o dosaje de inmunoglobulina G o M para Toxoplasmosis, enfermedad causada por el toxoplasma gondii, parásito protozoario transmitido por la ingestión de quistes liberados por felinos, carnes mal cocidas o verduras mal lavadas.
Se realizará prueba de detección oral para diabetes mellitus entre 24 y 28 semanas y 31 y 33 semanas en pacientes con riesgo aumentado para diabetes de acuerdo a los criterios de la Sociedad Argentina de Diabetes.
Existen análisis más complejos o específicos para confirmaciones diagnósticas o manejo de embarazos de alto riesgo, pero en los embarazos de bajo riesgo (82% de todos los embarazos) resultan de suma utilidad los determinaciones citadas anteriormente.
Dr. Ruben Alejandro Baglivo.
Especialista Consultor en Ginecología y Obstetricia.
Docente de la Universidad Nacional de La Plata.
domingo, 11 de diciembre de 2011
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